El reconocimiento médico de chicos y chicas en riesgo de sufrir un trastorno de la conducta alimentaria puede ayudar a controlar la aparición final del problema alimentario si son tratados de forma rápida. Debido a las características propias del trastorno de la conducta alimentaria, a menudo pasa desapercibido para los profesionales del ámbito sanitario (Clinical Practice Guideline number CG9 NICE, 2004). Por este motivo, es importante que los profesionales de los centros de atención primaria mantengan una actitud suspicaz hacia los comportamientos potencialmente peligrosos por parte de la población preadolescente y adolescente, ya que son la población que se encuentra en una situación de mayor riesgo de sufrir un trastorno de la conducta alimentaria.
Por la naturaleza del trastorno de la conducta alimentaria , cuando estos casos llegan a la consulta de un médico de atención primaria suelen remarcar otros tipos de síntomas que muchas veces son producto de la sintomatología alimentaria. Típicas son las consultas por problemas psicológicos, ginecológicos o gastrointestinales (Ogg et al, 1997) que encubren el trastorno de la conducta alimentaria. Por este motivo, las variadas demandas de la persona que acude a la consulta de un médico de atención primaria pueden eclipsar el problema de base que existe realmente, el trastorno de la conducta alimentaria.
Es importante destacar que es necesario ir más allá del conocimiento popular o las ideas que la gente pueda tener sobre los trastornos de la conducta alimentaria para conseguir una adecuada detección de las personas en riesg . Debe tenerse en cuenta que estos trastornos no sólo afectan a una parte concreta de la población, y que para una correcta detección debe ampliarse el punto de vista y pensar que los trastornos de la conducta alimentaria también pueden hacer acto de presencia en grupos étnicos minoritarios, en hombres, y en niños (Treasure & Schmidt, 2002). Hay que huir de la idea de que estos trastornos son cosa únicamente de mujeres jóvenes o que son modas pasajeras, fruto de la edad, y que con el tiempo remitirán finalmente.
La detección de comportamientos de riesgo o de casos de poca evolución es de gran importancia de cara al desarrollo de la enfermedad . El profesional de atención primaria deberá tener las herramientas suficientes para detectar los casos de personas en riesgo para saber dar un apoyo específico favoreciendo la no aparición del problema alimentario y también a ser capaz de derivar a una unidad especializada al paciente en caso de sospechar de la presencia de un cuadro completo de un trastorno de la conducta alimentaria .
Para facilitar la tarea de detección a los profesionales de la salud , existen varias herramientas que han demostrado eficacia a la hora de detectar comportamientos de riesgo y aunque no son suficientemente potentes para darnos un diagnóstico claro , pueden ser muy útiles para realizar una valoración rápida sobre la situación alimentaria en general. Para cada cuadro clínico tenemos diferentes cuestionarios ( Guía de práctica clínica sobre TCA , 2009), que analizaremos a continuación:
Todos los cuestionarios anteriormente mencionados disponen de una versión española validada y útil de cara a ser utilizada con nuestra población .
Para identificar lo más correctamente posible los trastornos de la conducta alimentaria desde los centros de atención primaria es importante tener en cuenta algunas pautas sencillas pero muy útiles .
Para descargar la Guia de Práctica Clínica sobre Trastornos de la Conducta Alimentaria, editada por el Ministerio de Sanidad y Consumo, clicad sobre la imagen.