"Educar las emociones y los hábitos saludables" La directora de la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia, Marta Voltas, incide en la necesidad de educar en unos buenos hábitos alimentarios potenciando los factores de protección psicológicos, en el artículo sobre prevención en el Suplemento CRIATURES del DIARI ARA de sábado 10 de octubre.
La mesa de Diálogo es el resultado de la solicitud que hace la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia a la Agencia Catalana del Consumo para vigilar y combatir aquellos factores sociales y de consumo que contribuyen a la proliferación de estas enfermedades.
El principal objetivo de la Agencia Catalana de Consumo (ACC) es “la defensa de las personas consumidoras y el primero de sus derechos es la salud y la seguridad”. Desde mayo de 2012 la Agencia Catalana del Consumo impulsa y coordina la creación de una Mesa de Diálogo para la Prevención de los Trastornos de la Conducta Alimentaria. Hay implicados representantes de los diferentes departamentos de la Generalitat, del sector empresarial, de fundaciones privadas de promoción de la salud y del mundo universitario.
La Mesa de Diálogo para la Prevención de los Trastornos del comportamiento alimentario tiene tres grandes objetivos:
Para poder asumir estos objetivos se crearon 4 comisiones de trabajo especializadas en 4 ámbitos diferentes: imagen corporal y moda; protección a la infancia y seguridad en Internet; hábitos y estilos de vida saludables: alimentación y nutrición; y factores socioculturales y medios de comunicación.
Podéis consultar los detalles de las instituciones y entidades que forman parte de la Mesa de Diálogo para la Prevención de los Trastornos de la Conducta Alimentaria en la página web de la Agencia Catalana de Consumo (www.consum.cat).
Fomentar una alimentación saludable
Una alimentación saludable es imprescindible para crecer y desarrollarse adecuadamente y prevenir futuras enfermedades. Comer sano equivale a comer variado y equilibrado. Parte de la responsabilidad de los padres y de los profesores es enseñar como traer una vida sana desde que son pequeños. De este modo las posibilidades de adquirir hábitos no tan saludables disminuyen. Y es que el porcentaje de niños con exceso de peso no para de crecer debido a comidas con un alto contenido de azúcar y grasa y a la disminución de la actividad física. En pocas palabras, toman más calorías de las que gastan.
La adolescencia es una etapa crucial en la vida, es una época de grandes cambios. El crecimiento y desarrollo son muy rápidos y esto comporta unas necesidades nutricionales muy elevadas tanto cualitativamente como cuantitativamente. Tenemos que procurar y ocuparnos tanto de sus necesidades afectivas cómo nutricionales.
¿Qué podemos hacer?
• Comer todos juntos al menos una vez al día. Sentarse a comer en familia o con los compañeros puede ser uno de los momentos más gratificantes del día y puede servir para aprender, compartir, dialogar, hablar, charlar, etc. Hay que masticar bien los alimentos, evitar hacerlo en un clima tenso o estresante, con discusiones o peleas o mirando una pantalla. Hay que planificar los menús de la semana, una opción mucho más rentable y saludable que comer por apetencias, cuando siempre ganan los alimentos muy calóricos y poco saludables.
• No saltarse el almuerzo. No almorzar engorda y hace que rendimos menos. Es importante hacer como mínimo tres comidas al día: almorzar, comer y cenar. Y si es posible añadir uno refrigerio a media mañana y una merienda a media tarde.
En cuanto al almuerzo, hay que tener en cuenta que salir de casa sin haber comido dificulta la atención y el rendimiento escolar y también que se llegue a la comida siguiente con una hambre voraz, con lo cual se ingerirán más alimentos y más calóricos.
• Predicar con el ejemplo. El niño y el adolescente necesitan ver que sus padres y profesores eligen unos hábitos saludables. Predicamos con el ejemplo y los hijos nos copiarán. Los adolescentes, además, dan mucha importancia a la imagen corporal, por eso es muy importante que la familia y el profesorado sepan transmitir a los hijos respeto y aceptación de su propio cuerpo, al mismo tiempo que hábitos alimentarios y de vida adecuados. Recordamos que el adolescente se conoce y reconoce partiendo del conocimiento y reconocimiento que le hacen los otros.
• Incorporar la actividad física en su vida. El ejercicio contribuye al desarrollo, ayuda a controlar el peso, mejora la mineralización de los huesos, disminuye el estrés, facilita la coordinación motora y mucho más.
La Dra. Marta Castells es farmacéutica.
Muchos pacientes oponen resistencia a los tratamientos o los abandonan
Cuatro entidades que forman parte de la Mesa de Diálogo para la Prevención alertan que los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son la tercera enfermedad crónica entre adolescentes.
La anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y los trastornos afines son patologías graves y complejas de origen multifactorial. En su génesis intervienen factores genéticos, biológicos, psicológicos y sociales y son muy importantes sus consecuencias tanto a nivel físico y social como psicológico. Las personas que sufren estas enfermedades, englobadas bajo el nombre de trastornos de la conducta alimentaria (TCA), tienen en común problemas relacionados con el peso, la imagen y la dieta.
Los TCA aparecen generalmente en la adolescencia. Tienen una prevalencia alrededor del 5% y se considera que son la tercera enfermedad crónica entre adolescentes.
Una de sus características es que son muy difíciles de tratar, sobre todo porque los síntomas nucleares (obsesión para estar delgado e insatisfacción corporal) van frecuentemente en contra de los objetivos terapéuticos. Esto hace que muchos pacientes intenten evitar, muestren resistencia y/o quieran abandonar el tratamiento.
La aparición de los TCA preferentemente durante la adolescencia no es casual, hablamos de una etapa llena de cambios físicos y psicológicos que afectan la vida cotidiana de los jóvenes y de su familia. Las acciones de prevención son imprescindibles a nivel social, educativo, familiar y sanitario, puesto que tanto la prevención como la detección precoz ayudan a trabajar las conductas de riesgo y promover hábitos de vida saludable como protección. No obstante, un golpe detectado el problema es básico pedir ayuda profesional e iniciar el tratamiento adecuado.
Hay que tener en cuenta la escasa conciencia de la enfermedad por parte del joven y por lo tanto tenemos que estar alerta a los signos de alarma: cambio de peso sin justificación; cambio en la actitud ante la comida; síntomas atribuibles a la pérdida de peso o conductas purgativas; cambios emocionales, tendencia a aislarse y alteraciones del estado de ánimo.
Los objetivos generales de los tratamientos de TCA son restaurar o normalizar el peso y el estado nutricional, tratar las complicaciones físicas, proporcionar educación sobre patrones alimentarios y nutricionales sanos, tratar los trastornos asociados y prevenir recaídas. Aun así, no tenemos que olvidar las causas de origen psicológico, como la baja autoestima y la inseguridad, que también requieren una atención importante y un abordaje psicoterapéutico.
Para dar una respuesta amplia a los procesos de recuperación y teniendo en cuenta que hablamos de adolescentes, trabajamos también la parte más integradora, educativa y rehabilitadora que los acerca y los mantiene vinculados a su entorno normalizado y que los ayuda en su proceso de maduración a descubrir y fomentar intereses por su crecimiento.
En Cataluña varias entidades reunidas en la Mesa de Diálogo para la Prevención de los TCA ofrecen una red de recursos asistenciales que permiten dar respuesta a los niños y adolescentes que sufren estas patologías.
Hablamos de tratamientos multidisciplinarios (médico, dietético, psicológico) que pueden variar desde ingreso hospitalario completo al hospital de día hasta el tratamiento ambulatorio con atención individual y grupal y con la participación activa de la familia. De hecho, la familia no es sólo un agente básico en la recuperación del joven, sino también el núcleo que lo tiene que acoger y atender porque supere el sufrimiento y el sentimiento de culpa.
Una evaluación previa al inicio del tratamiento será esencial para determinar el marco terapéutico más indicado. La intensidad y la duración del tratamiento vendrá determinada siempre por la intervención de un profesional y dependerá del perfil del paciente, y la mejora de la estabilidad emocional. La segunda etapa se centra a trabajar el desarrollo integral de la persona y desbloquear y/o continuar el desarrollo de la propia identidad.
El abordaje inicial del TCA implica ayudar al paciente y sus familias a recuperar hábitos alimentarios saludables, a facilitar las herramientas para relacionarse con la comida de una manera sana. En paralelo y a la vez confluyendo, hay que destacar el papel fundamental de los padres como herramienta muy valiosa para reconstruir los procesos mentales y del autoimagen.
Las diferentes entidades que conforman la Mesa de Diálogo ponemos al alcance de padres, madres, el colectivo de educadores y otros profesionales nuestro conocimiento y dedicación para dar respuesta a las problemáticas que acompañan estos trastornos.
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Educar las emociones y los hábitos saludables
La directora de la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia, Marta Voltas, incide en la necesidad de educar en unos buenos hábitos alimentarios potenciando los factores de protección psicológicos.
Los factores de protección son un tipo de vacunas que protegen los niños y jóvenes potenciando las variables psicológicas que mejoran la autoestima y configuran una imagen corporal positiva. Estos factores son decisivos a la hora de prevenir conductas de riesgo diversas, y especialmente ante los trastornos de la conducta alimentaria. Educar los factores de protección, pues, es una estrategia preventiva muy efectiva en que nos tendríamos que involucrar todos- familias, escuelas y también empresas- de forma que mejoramos la salud física y psíquica y el bienestar de los niños, adolescentes y jóvenes.
La mayoría de los adolescentes se sienten insatisfechos con su cuerpo y los estudios muestran que los niños de 7/8 años ya presentan cierta preocupación por la propia imagen corporal y algunos de ellos tienen conductas y actitudes problemáticas, como puede ser la negativa a comer o evitar determinados alimentos. La suma de la insatisfacción y la conducta de riesgo puede acontecer la puerta de entrada a un trastorno alimentario. Es pues, importante, que además de mantener unos hábitos alimentarios adecuados para una buena nutrición, se tenga cura de estas variables psicológicas que influyen de manera directa en lo que se come, cuánto y cómo.
Una de las conclusiones del estudio ‘Cuando no te gustas, enfermas’ (Fundación Imagen y Autoestima) es la importancia de desplegar acciones psicoeducatives de prevención y promoción de la salud entre los 6 y 12 años.
Por lo tanto, sería oportuno hacer actuaciones educativas entre niños sin esperar a la aparición de los primeros síntomas. Veintiséis mil chicas en Cataluña sufren anorexia, bulimia o algún trastorno de la conducta alimentaria.
La Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia, con la Dirección General de Juventud y el Consejo Nacional de la juventud de Cataluña, ha impulsado NADA, una marca que alerta a familias y jóvenes sobre los peligros de no comer. ‘Cuando no comes Nada dejas de Ser tú #*ResSer’ es el eslogan de una campaña que podéis conocer a través de este vídeo:
https://www.youtube.com/watch?v=8P83enfN5Jg