El Periodico ha entrevistado a Rosa Calvet, miembro del equipo de la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB) desde hace más de 15 años. En la entrevista cuenta su experiencia, cómo trabaja la ACAB, que necesita la gente que pide ayuda y la necesidad de, por ejemplo, entender la enfermedad o aprender que es importante cuidarse a sí mismo para ser capaz de ayudar a la persona afectada a la enfermedad.
A continuación compartimos la entrevista completa, muy interesante y emotiva, que le han hecho, desde El Periodico, a Rosa Calvet:
(Transcripción literal de la entrevista realizada por Catalina Gayà)
-En 1999. Mi hija tenía un trastorno de la conducta alimentaria. Encontré un tríptico en la farmacia y llamé para que me explicaran cómo podía reconducir la situación que tenía en casa. Esta asociación tiene más de 20 años, la fundaron familias que tenían a sus hijos en el Hospital Clínic.
-Hay de todo, y atendemos a unos y a otros. Lo que pasa es que es diferente: la persona afectada tiene que encontrar la solución en los servicios médicos. En la asociación, encuentra apoyo para llegar a estos servicios y resolver la problemática.
-Tenemos grupos de apoyo para familiares. De lo que se trata es de ir entendiendo la enfermedad: saber cómo piensa la persona afectada, ver qué le está pasando y también aprender a cuidarte.
-Sí.
-Entender que estamos hablando de una enfermedad mental, y que el problema es lo que se esconde detrás: desde problemas de autoestima hasta una obsesión por la perfección, por ejemplo.
-Como familiares, el primer discurso que hacemos es que nuestra hija necesita comer… Y eso no les sirve. Hay que aprender a acercarse desde un punto de vista más emocional a la persona afectada. Poder conectar con su dolor [Silencio]. Y ver que, como madre, también sientes mucho dolor. Cuando tienes a un hijo enfermo, sea de la enfermedad que sea, no te planteas que estás mal y que necesitas parar, darte cuenta de ello y cuidarte para así poder ayudar a tu hijo.
-Te puedes dar cuenta de lo que estás haciendo, y qué está bien y qué está mal. No significa que seas bueno o malo. Haces lo que sabes, pero no siempre es lo más conveniente. Esto es lo que aprendemos en los grupos de apoyo. Reconocer que tienes incapacidades como familiar y ver qué actitud puedes tener para favorecer que tu hijo o tu hija pueda darse cuenta del problema que tiene y pueda ponerle remedio…
-A veces, queremos curarla nosotros: tú decides los recursos, tú decides dónde la llevas… actúas como si fueras la enferma. Y quien tiene que decidir que quiere curarse es ella. Hay que llegar a entender que no tienes que ir por delante, tienes que ir al lado o, incluso, por detrás…
-Muy duro. Es algo que tienes que aprender, y es un proceso. A mí me costó de cuatro a cinco años entenderlo [Silencio]. Muchas veces las personas que sufren esta enfermedad no han sido rebeldes, tienen una gran capacidad intelectual… Y, de repente, tu hijo se transforma en una persona que no tiene nada que ver con la que conocías hasta ese momento. Poder venir a un lugar que te expliquen qué está pasando y que te ayuden a digerir estos cambios es de agradecer.
-Sí. Yo me sentí acompañada como persona, como yo misma. Pude expresar mis sentimientos, aunque fueran contradictorios. Como madre, eres un elemento imprescindible en el proceso de recuperación de tu hija, pero con todo esto sufres mucho.
-Cuando estás metida en el problema, no eres consciente de que estás mal. Entender que ayudarás más a tu hija si estás bien, es muy importante.
Para acceder a la versión on-line de la entrevista clique sobre el siguiente enlace: