La imagen corporal es la representación mental que cada persona tiene sobre su propio aspecto físico. Es cómo la persona se ve a sí misma y cómo se percibe cuando se mira al espejo, es decir, cómo la persona cree que es. La imagen corporal también tiene que ver con los sentimientos y emociones que experimenta la persona respecto a cómo percibe su físico, cómo se siente con su cuerpo y dentro de su propio cuerpo.
El desarrollo de la imagen corporal depende en gran medida de nosotros mismos, pero inevitablemente se ve influenciada también por las personas de nuestro entorno y por la sociedad en general. A menudo recibimos mensajes, explícitos e implicitos, de familiares y amigos sobre nuestro cuerpo y sobre el valor de la imagen en la actualidad. Los medios de comunicación también nos envian mensajes sobre la importancia de la imagen y el culto al cuerpo, a menudo mensajes con una influencia muy negativa en el desarrollo de nuestra imagen corporal, ya que suelen mostrar como modelos de belleza cuerpos irreales e inalcanzables.
A parte de los diferentes agentes que se ven implicados en el desarrollo de la imagen corporal, existe otro factor que incide en ésta: el proceso natural de crecimiento y envejecimiento de las personas. Etapas vitales como la pubertad o la menopausia pueden alterar la imagen corporal de la persona, ya que cuando nuestro cuerpo cambia experimentamos cambios en nuestras emociones y sentimientos también.
Las personas con una imagen corporal negativa tienen más riesgo de padecer un TCA, así como de tener una baja autoestima, síntomas depresivos y aislarse socialmente. La clave para tener una imagen corporal positiva que favorezca nuestro bienestar es aceptar la forma natural del nuestro cuerpo, dominar las emociones y pensamientos negativos sobre el aspecto físico, y legitimar nuestro cuerpo y a nosotros mismos como personas valiosas dignas des ser queridas.
No podemos cambiar nuestro cuerpo, pero podemos hacer varias cosas para mejorar cómo nos vemos. Es importante recordar que lo que realmente importa es cómo nos sentimos con nuestro propio cuerpo, no cómo es en realidad. Hablar con una persona de confianza, como un familiar o un amigo, sobre los sentimientos que tenemos hacia nuestro cuerpo puede ayudarnos a sentirnos mejor. En casos en los que la imagen corporal está asociada a una insatisfacción profunda es recomendable realizar terapia con un profesional de la salud mental.